Historias Cotidianas (I)


Por Maigualida Gamero

A todos nos encantan las historias, lo del género a que ellas pertenezcan vendrá después. Cuántas veces nos hemos encontrado a nosotros mismos imaginando cuentos y escenas en nuestra mente, mientras viajamos en el metro, el carro, el tren o en cualquier situación cotidiana. Los momentos que vivimos son oportunidades de crear miles de “Había una vez”

Así las cosas les puedo referir una conversación que escuché mientras viajaba en el vagón del Metro de Caracas. Una joven conversaba con una mujer adulta, tal vez eran familia o amigas; pero la forma en cómo se dirigía la una a la otra denotaba familiaridad y confianza. El caso es que la joven tenía una controversia con su hermana, ya que la misma, al parecer, no le gusta estudiar. Ella, la hermana, tiene 15 años y tiene novio. Sin embargo para la joven del metro allí no radicaba el problema, sino en el hecho de que ese novio no representaba a su hermanita, debido a que era un vago, entre otras calificaciones. La muchacha en cuestión reflexionaba que sus objetivos eran llegar a la universidad, seguir sacando buenas notas y sí, tener un novio, que la represente y la ayude a salir del barrio, porque ella tiene ambiciones y eso no es malo, refería la chica.

De todo ello puedo extraer un mensaje “Cada cabeza es un mundo”, en el que se crean historias y se sueña; pero a la vez se quiere un futuro mejor , y es con el estudio y el esfuerzo que se puede lograr, más allá de depender de un amor que te rescate, es tener un amor que te acompañe.  La cultura popular venezolana, tiene en su esencia esa dependencia de una figura que te arrope y te solucione la existencia, limitando, en ocasiones,  tus posibilidades de demostrar que si te esfuerzas ganas. Esto claro está es una generalización, pero el hecho de escuchar esta temática en la actualidad me lleva a decir que los valores que ofrece la familia están disgregados y para el joven actual no hay referencias claras de qué quieren realmente en la vida. Una quinceañera que busca en lo que cree es el amor duradero, un apego, un escape a la escasez de sentimientos que tal vez vivió en su infancia. 
Historias cotidianas que nos acompañan entre estaciones. Cuentos que tienen aspectos comunes a todos: el amor, la amistad, la familia y el querer surgir. Buscar un cambio para ser mejores personas y tener un estatus de vida digno. En fin que se pueda vivir y no, sobrevivir. 

En estos tiempos en los que se discute el embarazo precoz o adolescente es necesario por demás escuchar estas conversaciones, llanas, cotidianas, verdaderas para saber que tal vez esa hermanita de la joven del metro pueda encontrar en una política pública, en un Plan de apoyo sostenido en el tiempo, las  herramientas que le permitan salir de una zona en la que se formó una figura interminable de desamores, de escasez, convertido más bien en espiral de pobreza espiritual y económica, que no le permite ver más allá de lo inmediato, un plato de comida, sexo o satisfacción efímera. 

Rescatemos las palabras de la joven del metro “Surgir” “Salir del barrio para mejorar”. Y agreguemos: para transformar la realidad y convertir el país y la ciudad en una zona creativa, amable, segura y que genere confianza en todos los sentidos. 

He llegado a la estación de destino, ella quizás siguió su cuento, otros fueron los oídos y los ojos que se quedaron con el cuento de la joven del metro. 

Próxima semana:
Video-juegos, cine y literatura.

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