La palabra hablada y la productividad


Comunicación y Oratoria

La ciudadanía desde la época de la Grecia Clásica se reunía para debatir temas específicos. Hallamos así que la influencia que pudiera ejercerse en las personas dependía sobre todo de la capacidad de convicción de los ponentes. Evidenciamos hasta ahora que el valor de la palabra hablada y el dominio de los gestos son vitales.
Así comienzo a releer el artículo “El manejo de la palabra”, para iniciar la conversación con ustedes a través de estas palabras escritas. Aurora Blyde, escribió ese texto en el diario de circulación nacional venezolano El Universal, en la primera década del año 2000. Disculpen la inexactitud en la fecha; pero mi fotocopia no la tiene. Les puedo asegurar que el ensayo de Blyde centra su interés en la Gerencia y la Comunicación como fuente de productividad.
Ahora bien, qué se entiende por productividad. En esta ocasión enfoquémonos en la palabra como creadora de realidades y, precisamente, en esas realidades se producen acciones, objetos, eventos, abundancia y posibilidades. La palabra produce entonces posibilidades.
Sigamos con Aurora Blyde ella nos apunta algunas palabras escogidas, aparentemente, al azar: Voz, control, volumen, pausa, tono, orden confianza, pronunciación, palabra, trabajo, claridad y ritmo. Todos estos factores aseguran el éxito.
Y en este momento les transcribo literalmente lo afirmado por Blyde respecto a la importancia que tenía en la Grecia Clásica el hablar bien ante un público:
“Los que se exaltaban, los que se intimidaban, los que se descompensaban, los que no atinaban con las palabras adecuadas o los que no conjugaban su verbo con sus gestos, nunca lograron hacerse escuchar en el ágora, sobre todo porque eran demasiados los que sí tenían claro el poder de la palabra, de los gestos, y en muchos casos, del silencio”.
Interesante conclusión. Actualmente podemos decir que la Oratoria viene ganando terreno nuevamente. Este camino se había perdido y se confinó al Parlamento. Sin embargo, la empresa de hoy sabe de la necesidad de mejorar no solo la oratoria, sino también los procesos de comunicación corporativa y de comunicación para el desarrollo social.
Aprovechando el re-impulso que me ha dado la lectura de Aurora Blyde “El manejo de la palabra”, les comento que en estos días pregunté en las distintas redes sociales lo siguiente: ¿Te gusta tu voz? Fueron pocos los que aceptaron el reto de responder en público. Algunas de las respuestas son estas: “No, no me gusta mi voz. Sobre todo al escucharme grabado”. “No me gusta lo nasal y aguda que me sale la voz”. Ambas respuestas dadas por dos hombres. Y por la parte de las mujeres me respondieron tres: “Sí, sí me gusta mi voz”, otra afirmó también gustarle y una tercera afirmó “Me encanta mi voz, tanto que quiero ser locutora”. Ahora bien, el número de “likes” superó el número diez. Interesante resultado a analizar en otro ensayo.
Para lograr comunicar un mensaje hablado de manera efectiva mis queridos y consecuentes lectores es importante formarse en el área. El objetivo será convertirse en un orador a quien no se puede dejar de escuchar.
Es tiempo de decidir, de elegir si queremos utilizar la palabra como germen de la productividad o si queremos entrar en el limbo de los oradores a los que se puede escuchar porque no queda otra opción mejor o ser de aquellos a quienes nadie quiere escuchar.
Quiero leer sus comentarios.
Maigua Gamero
Cerquita de ti.

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