Educación para el arte: Teatro. Parte 3
Talleres Artísticos:
escenarios no formales.
En este
apartado nos acercaremos a mi experiencia en espacios no formales de educación
y para orientarnos en cuál es su finalidad, veamos el concepto: Toda actividad
educativa organizada y sistemática realizada fuera de la estructura del sistema
formal, para impartir cierto tipo de aprendizaje a ciertos subgrupos de la
población, ya sea adultos o niños[1].
Entendido el
término de espacio no formal de educación nos ubicaremos como antecedente en mi
experiencia como facilitadora del Taller de Teatro del Teatro San Martín de
Caracas, en el año 2000. En el mismo dictaba “Apreciación Literaria”, al grupo
de niños y al grupo de adultos. Con el grupo de adultos realicé un montaje a
partir de poemas de Pablo Neruda el cual se llamó “Revelaciones del exilio”.
Fue una excelente experiencia componer una obra escénica a partir de los versos
del poeta, además que siempre me ha gustado hacer versiones y adaptaciones de
otras categorías expresivas como la poesía o la narrativa al teatro.
Así con esta experiencia me
estaba iniciando en el mundo de la facilitación, en un espacio donde no había
que entregar notas, ni había un currículo cerrado. Las clases se montaban a
partir de unas pautas dadas por la Dirección Artística del teatro. En las
clases les hablaba de Teatro, narrativa, poesía y de un poco de historia del
teatro también. La idea era acercarlos a la expresión literaria y pudieran
sensibilizarse por este arte.
Una de las
cualidades del docente en los talleres es presentar de manera atractiva e
innovadora los temas a impartir, ya lo afirma Ander Egg:
·
Crear un ambiente con un tono
emocional/intelectual positivo que contribuya a la realización de un trabajo
productivo y gratificante.
·
Presentar de una manera
dinámica e interesante los contenidos y explicaciones teóricas que tenga que
realizar.
·
Ser auténtico en sus
manifestaciones: capaz de emocionarse, de reír y sonreír; tener sentido del
humor e indignarse;en suma;expresar lo que siente en relación con el tema que
trata y su implicación con el mismo.
·
Saber relacionar lo que enseña
con las situaciones reales que se viven (texto con contexto), y de manera especial, con las
actividades que se realizan en el taller. .( P.49).
Por ello
para las clases con los niños, y adolescentes el énfasis lo colocaba en que
imaginaran los inicios del teatro por ejemplo una sociedad sin ningunas de las
comodidades actuales y haciéndoles entender que cada época tiene sus
herramientas tecnológicas, sus intereses y su forma de pensar. Por ejemplo les
decía yo, para los antiguos griegos una de las diversiones era asistir a los
anfiteatros y pasar largas jornadas viendo las representaciones de las
tragedias para de esa manera purgar sus penas, drenar las emociones en lo que
ellos llamaban la “Catarsis”. Equivalente a
lo que nuestra sociedad actual
encuentra en el cine cuando va a ver una película y llora y ríe porque
se identifica. Asimismo les hacía llegar material de apoyo de fácil lectura y
comprensión.
Recuerdo que las clases para
los niños y los adolescentes las realizábamos en un pequeño cuarto del Teatro
San Martín que ahora es el camerino de la Sala Texto Teatro, la Sala Pequeña.
Allí se encontraban unos pupitres, todo estaba dispuesto como una escuelita. Me
agradaba, era raro, porque la locación no era una institución educativa como
tal. Pero los chicos asistían después de sus clases habituales a encontrarse
con el mágico mundo del teatro. Claro está que a medida que fui dando las
clases fui experimentando distintas estrategias, y que unos días eran más
fructíferos que otros. Unos días los niños, no habían leído o realizado las
pequeñas asignaciones que les mandaba, otros sólo querían jugar y salir al
receso. Son actitudes naturales de la edad. Sin embargo forman parte del hecho
educativo también, son las acciones que le dan vida y que hacen de esta
profesión un accionar constante y donde a pesar de haber una base, un programa,
una estrategia, existe el principio de la incertidumbre.
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